MÚSICA CURATIVA

A partir de las 5.30h de la mañana la música suena en la finca.

Los caballos bajan sin falta al galope para escuchar las sinfonías interpretadas por el propio Mozart, por Beethoven. Se cuadran uno seguido de otro entre los árboles en dirección a la música, de donde recogen el amor que procede de ella para después derramarlo a cada uno de los niños y niñas, chicos y chicas que llegan alrededor de las 11h. 

                      

Cuando llegan los muchachos, en cualquiera de los estados que vengan, gritando o golpeándose, con dolor o con tristeza, con rabia o con desidia, sus fieles servidores colmados de amor, bondad y paz, no solo aguantan estoicamente sino que al poco tiempo los chicos son otros, ya están tranquilos, dejan de golpearse.

Normalmente cuando la música comienza a sonar, los chicos te miran con una sonrisa sorprendente, reconocen la ayuda de la música. En sus miradas transmiten un gran agradecimiento, parece como si dijeran: “Esto me hacía falta, ahora comprendo, gracias”. Sus caras se iluminan, intentan hablar aunque muchos no saben, se llenan de alegría, sus corazones sienten un “por fin”, un gran consuelo por todo el sufrimiento que llevan.

Los niños esperan pacientemente el turno de llevar la música en sus manos durante la sesión, cosa que esperan como si llevaran lo más sagrado. Ellos dicen claramente qué les transmite esta música: Imaginan jardines, flores, árboles, nubes, caballos blancos con melenas largas y nos señalan que la sienten en el centro del pecho, dorada. Explican que los caballos cuando la escuchan se quedan tranquilos como ellos.



En las sesiones trabajamos con muchos niños y niñas de todas las edades y diferentes situaciones. A continuación se explican algunos casos:

Familias desestructuradas
Uno de los grupos son chicos procedentes de familias desestructuradas, con problemas de consumo, con muchas dificultades económicas y relacionales dentro del núcleo familiar. Han estado viniendo durante todo el curso una vez a la semana. Estaban excluidos del entorno académico por problemas de conducta, consumo y desmotivación por los estudios, oposición a las normas, y conductas desafiantes. Este año dos de ellos son estudiantes modelo, han sido readmitidos en el instituto y los profesores están muy contentos con ellos, su conducta es ejemplar y ayudan a otros compañeros que este año están en las situaciones que ellos vivieron.

Los demás a pesar de no ver salida en el mundo académico personalmente han dejado los consumos, y durante este curso vienen de colaboradores en el grupo de chicos que ha comenzado este curso en aulas externas. Son modelos de conducta para los nuevos y les transmiten los valores que han aprendido el primero, el respeto.

Autismo
Los chicos del grupo con autismo presentaban problemas de conducta, agresivas descontroladas, la frustración y las obsesiones.
Con ellos hemos trabajado de manera más espaciada en el tiempo con esta música. Uno de los niños se despidió de la medicación a través de estas sesiones con la música y los caballos. Los demás redujeron notablemente los niveles de ansiedad y agresividad.

Un caso que ha tenido un gran cambio es el de una niña con autismo y problemas sensoriales, bipolaridad, casi siempre enfadada, desafiante, con mutismo selectivo y que siempre golpeaba con sus piernas. Ahora, desde que llega hasta que se marcha, va encima del caballo sujetando el aparato en el que suena la música, erguida como una caballera, sonriente, y aunque no habla, tararea todo el tiempo al ritmo de la sinfonía que suena.

Problemas psicomotores e intelectuales
Los chicos con más afectaciones físicas han mejorado visiblemente. Sucede que cuando no suena la música están rígidos como una tabla y no podemos trabajar con ellos, pero solo comienza a sonar la música que podemos hacer ejercicios, ya permiten el estiramiento de los brazos y las piernas, son capaces de centrar la mirada y de escuchar.

El caso de la niña con el casco es un caso muy especial, ella llegó con problemas de orientación en el espacio, no podía salir de casa sola, y tenía mucha tristeza. Era una niña que no se mantenía en pie, no quería ni abrir los ojos ni comer. Ahora viene andando aunque torpemente del brazo de su educadora, pero directamente sin pestañear sube a montarse encima del caballo, con los ojos bien abiertos.
Ahora va sola a la escuela para personas con discapacidad intelectual y está formándose profesionalmente, pero lo mejor es que tiene alegría.
Uno de los niños, con 8 años, estaba medicado por TAC (trastorno afectivo y de la conducta), ahora esto ha desaparecido y por supuesto no toma medicación alguna. Ha estado 1 año viniendo a las sesiones.

Otro caso es el de un niño que des de los 3 años tenía muchos terrores nocturnos. Había ido a muchos psicólogos especialistas y terapeutas durante su crecimiento. Desde que ha empezado con la música y las sesiones con los caballos los terrores han desaparecido.

Todos y cada uno de ellos han mejorado muchísimo, pero algo que es visible ahora en todos es la alegría y las ganas de vivir. Para ellos, ahora la vida ha cobrado sentido gracias a lo que les transmite esta música.

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